domingo, 12 de enero de 2014

Alpinismo psico-espiritual

“El alpinista es quién conduce su cuerpo allá dónde un día sus ojos lo soñaron.”
Gaston Rébuffat
Introducción

Las montañas siempre han tenido un carácter sagrado en todas las razas y pueblos del mundo, se han convertido en altares, en la morada de los dioses, y esta fascinación ha llevado a muchos hombres a perder la vida por explorarlas en su un afán de conquista y de superioridad sobre la naturaleza, pero las montañas son sabias y le han enseñado al ser humano que para poder acceder a ellas se requiere de preparación, y muchos no lograran entender todo aquello que en las montañas vive, aquello que está más allá de los sentidos.  

En su libro Psicosíntesis: Ser transpersonal, Roberto Assagioli(1996) psiquiatra italiano pionero en la psicología transpersonal refiere un capítulo al “alpinismo psicológico” como un modo (ascendente) para acceder y explorar el superconsciente, que en palabras de Assagioli consiste en la elevación del “yo consciente”  y por tanto, del área de la conciencia a niveles más altos, hasta penetrar en esa zona que permanece ignorada porque está por encima del nivel ordinario de nuestro conocimiento (p.35).

Esta analogía utilizada por Roberto Assagioli “Alpinismo psicológico” me ha parecido muy certera y me gustaría describir a través de mis experiencias la manera en que yo he vivido esta exploración al superconsciente, haciendo mención sobre los regalos que he recibido, los errores que he cometido, y el aprendizaje que me han dado las montañas. 



El camino hacia la cumbre

¿Qué es lo que motiva al ser humano a ascender las montañas?  Enlistaré las hechas por R. Assagioli haciendo algunos comentarios a cada una. 

a)    El impulso por abandonar los niveles habituales de la vida psíquica, puede consistir en una búsqueda y en una afirmación de superioridad que nacen del deseo de desarrollar unas facultades mediante las cuales dominar a los demás: es la “voluntad de poder” nietzscheana, la codicia por adquirir poderes “mágicos” o superiores a los normales.
El ascenso a la cima más alta del mundo “Everest” hoy en día se ha convertido en un trofeo comercial, cuyo precio solo lo pueden alcanzarlo individuos muy adinerados que muchas veces no tienen nada que ver con el montañismo, pero que gracias a su poder económico pueden pagar y contratar un equipo que prácticamente hará todo por ellos, desde armar los campamentos, médicos, cocineros, porteadores, etc. Al final lo que ellos quieren es tomarse la foto que demuestre que estuvieron ahí, y se convierta en una credencial más de lo mucho que pueden obtener.
En otros casos el dinero no es un factor decisivo, pues el móvil del alpinista es demostrarse o demostrar  a otros sus capacidades físicas y mentales, eso los infla y les otorga la experiencia de vivir en un peldaño diferente a los mortales, constantemente están sumando objetivos para situarse como el mejor, como el inalcanzable, como el superhombre. 

b)    Evadirse de la vida ordinaria o de la realidad común, considerada y sentida como mezquina, triste, aburrida, y, en definitiva, insatisfactoria de un modo u otro.
El alpinismo visto como un escaparate, como una salida de emergencia, como un platillo nuevo dentro del menú, como una canción inédita.
Muchas veces tomé la decisión abrupta de dejar mis actividades, tomar mi mochila y retirarme a la montaña, dejar de respirar el veneno de las ciudades, olvidarme de mi vida monótona, purgarme de mis círculos sociales y estar ahí solo, mirando las estrellas hasta el cansancio.
c)    La fascinación que ejerce directamente lo desconocido o lo extraordinario.
Siempre he creído que las montañas se dan cuenta quien las visita y me pregunto si a ellas les gusta recibirnos y que estemos ahí con ellas. Nunca sé lo que me tengan preparado la montañas, no sé si les intereso, me gusta pensar que puedo encontrarme con nuevas personas, hasta el hecho de ver a seres mágicos, ser abducido por extraterrestres, o presenciar eventos naturales sorprendentes como una tormenta eléctrica, una lluvia de estrellas.
Quien ha escuchado alguna vez la voz de las montañas, nunca la podrá olvidar”.
Proverbio Tibetano

d)    La atracción  y fascinación por la aventura, por las dificultades, por el riesgo en sí mismo, independientemente de los resultados y las compensaciones.
Cuando voy a una montaña pienso en tantas cosas que me pueden pasar, desde saber que puedo tener un accidente, que me puedo perder, y aun así salgo buscando una dosis de adrenalina,  muchas veces buscando nuevas rutas de ascenso, a veces no es necesario si quiera llegar a la cima, pues lo emocionante es estar ahí.

e)    La seducción por lo que es realmente superior, por aquello que posee un valor más alto de naturaleza genuinamente espiritual.
La última vez que estuve en una cima no pude contener el llanto, tuve un sentimiento de paz tan grande, que bajé mi mochila y por unos segundos pensé que podía quedarme a descansar para siempre en ese lugar.

f)     Porque están ahí.
Un último motivo lo acuño a la respuesta que dio G. Mallory,  leyenda del montañismo cuando le preguntaron por qué quería escalar el Everest y él se limitó a contestar: “Porque está ahí”


  Después de conocer algunos de los motivos por los cuales el hombre ha tratado de ascender a las montañas, hay que puntualizar la preparación que se debe tener para que estas experiencias sean seguras y bajo una estrecha relación simbólica con lo que puede ser un ascenso psico-espiritual se debe ser prudente, y metódico para potencializar los resultados y como dice Assagioli evitar graves desequilibrios psíquicos.

El deporte del alpinismo, montañismo requiere  de una preparación integral del individuo, no solo física sino mental, se necesitan horas de caminata, conocimiento de nuestro cuerpo, la aclimatización es esencial para evitar el mal de montaña, a esto hay que sumarle la adquisición del equipo y vestimenta necesaria para las diferentes actividades, y un conocimiento teórico sobre primeros auxilios, topografía, alimentación, clima, etc. 

Esta actividad requiere de un guía, alguien que domine las técnicas y tenga conocimientos teórico-prácticos, ya que muchas veces de este guía puede depender  nuestra estabilidad e inclusive nuestra  vida, por eso hay que tomarse el tiempo para buscar y escoger el adecuado. En el ámbito psico-espiritual un guía sabrá cómo evitarte una crisis, sabrá cuando acompañarte y cuando dejarte solo. 

Ascender a una montaña requiere de diferentes fases, y dependiendo del tipo de montaña va requerir de diferentes herramientas, una de las cosas que he aprendido en las montañas es que en cada etapa un puede encontrarse con grandes sorpresas, buenas o malas, desde un café al calor de una fogata rodeado de amigos, hasta noches oscuras, donde la soledad se acuesta a lado tuyo y no te deja dormir acariciándote con sus manos frías cada parte de tu cuerpo, todo esto debe afrontar el alpinista y debe saber controlarlo. 

“Al igual que existen diferentes vías para escalar una montaña, también hay diversas «vías internas», adaptadas a los diferentes temperamentos y tipos psicológicos, para subir por las laderas del superconsciente y entrar en contacto con el Sí Mismo espiritual. Se puede seguir la vía mística, la vía del amor, la vía estética expresada por Platón en su famosa escala de la belleza, la vía meditativa, etcétera.” (Assagioli, 1996, p 42)

            Lo anterior nos lleva a explorar nuestro interior, conocer nuestras fortalezas y poner de manifiesto nuestras habilidades, cada uno deberá basado en su preparación elegir la vía que más le convenga para tener la oportunidad de acceder y mantenerse vivo. 
Basándonos en la vía meditativa que es la que utiliza mayormente el campo de psicosíntesis, encontramos ciertas fases, la primera de ellas será lo que para el brujo Don Juan Matus¹  es “detener el dialogo interno” que no es otra cosa que detener nuestras ideas de cómo vemos el mundo y como nos vemos a nosotros mismos.

El diálogo interno no es más que el torrente de pensamientos que está forzando a "la realidad", para que ésta se ajuste a nuestra forma de pensar. Este es el motivo por el cual los hombres comunes y corrientes, siempre se la pasan peleados o aburridos con "el mundo", pues el mundo es para ellos nada más que un montón de ideas… Don Juan Matus
La ventaja de parar el dialogo interno es el ahorro de energía, y nos proporciona una estabilidad para tener accesos a las otras realidades. 

En seguida se pasa a la contemplación, un estado que para  R. Assagioli es casi imposible describir y el cual comparto, hace mención que este estado se trata de un estado de profunda identificación con aquello que se está contemplando, un estado de absoluta tranquilidad.
Es ahí cuando por fin se llegan a experimentar las diferentes cualidades y actividades psico-espirituales que se desarrollan en el superconsciente, y cuyas principales características son las siguientes:
                                           
1. Una percepción de luz, una iluminación, sea en un sentido general, sea en el sentido de poner luz sobre un problema o situación cuyo significado es revelado.
2. Una sensación de paz, de una paz absoluta, independientemente de cualesquiera que fueren las circunstancias externas o el estado interior.
3. Una sensación de armonía y de belleza.
4. Una sensación de alegría, de regocijo.
5. Una sensación de potencia, del poder del espíritu.
6. Una sensación de grandeza, de vastedad, de universalidad y de lo eterno.
(Assagioli, 1996, p 44)

Todas estas características descritas por R. Assagioli están conectadas entre sí, y pueden presentarse en diferentes momentos.
Assagioli hace mención que una experiencia contemplativa de tal magnitud no puede ser permanente y efectivamente lo relaciono con el alpinismo, ya que una vez conseguida la cima, uno no puede quedarse ahí para toda la vida, la montaña lo sabe y uno debe tener la voluntad de iniciar el descenso inclusive con mayor cuidado que el propio ascenso, ya que resulta ser más peligroso y la gran mayoría de las muertes de alpinistas han ocurrido en esta etapa. 


La cima es la mitad del camino. [Ed Visteurs]

Uno debe haber guardo la energía suficiente para su descenso, muchas veces resulta difícil tomar la decisión de tener que dejar aquello que costo tanto trabajo y volver a la mundanidad, pero es parte del proceso psico-espiritual aceptar los flujos de energía, estar preparado para volver  entrenar, para vivir días normales*, para enfrentarse con nuevos problemas, para vivir noches oscuras y frías, el buen alpinista sabe que la montaña le tiene preparadas nuevas sorpresas a su regreso. 

Si se está pensando en llevar a cabo actividades alpino-psico-espirituales desde mi experiencia recomiendo total prudencia en cada acto realizado, hay que preparase físicamente, teóricamente, y psicológicamente para realizar ascensos, cada paso en la montaña es importante, cada paso requiere de una total concentración,  ya que como el mismo Roberto Assagioli lo menciona existen diferentes reacciones que preceden después del despertar espiritual, algunas de ellas te atraviesan el cuerpo como un descarga eléctrica y de las cuales te puedes recuperar, pero otras que te pueden dejar el alma herida o te dejan con tanta energía la cual no sabes canalizar.

“Otro efecto de esta experiencia es la acción inspirada, es decir, un potente impulso a obrar. Ante todo expresando, difundiendo, irradiando, haciendo partícipes a los demás del tesoro descubierto y conquistado. Después, colaborando con todos los hombres de buena voluntad y con todos aquellos que han pasado por experiencias parecidas, a disipar las tinieblas de la ignorancia que envuelven a la humanidad y a eliminar los conflictos que la destruyen, para preparar el nacimiento de una nueva civilización en la que los hombres, alegres y en concordia, llegarán a desarrollar las maravillosas capacidades latentes con las cuales están dotados” (Assagioli, 1996, p 44-45).

Conclusión

Cada quien tiene sus propias cimas, cada uno sabe cual son los retos que ha dejado pendientes o que simplemente nunca han sido tocados por falta de preparación, de motivación, este texto no trata necesariamente de montañas, bien puede aplicarse a la búsqueda de un nuevo empleo, la convivencia en la familia, la búsqueda de una pareja,  la culminación de una carrera universitaria, la manera en que enfrentamos una enfermedad, la manera en que nos tratamos a nosotros mismos. Quien logre acceder al superconsciente deberá manejar de manera inteligente la energía obtenida, saber repartirla y convertirse en un ser que actúe libre y sin miedo. 

Bibliografía
Assagioli, R. (1996) Psicosíntesis: Ser transpersonal. España: Gaia  
[1] Guía y Chamán de Carlos Castañena autor de una serie de libros que hablan sobre un tipo particular de nahualismo  tradicional mesoamericano.

Por Salvador Gómez
El autor es el dueño del blog

lunes, 23 de septiembre de 2013

¡Nunca más!

“…inmutable, continúa instalado allí, sobre el pálido busto de Palas, precisamente encima de la puerta de mi habitación, y sus ojos se parecen a los ojos de un demonio que sueña; y la luz de la lámpara, cayendo sobre él, proyecta su sombra en el suelo; y mi alma, fuera del círculo de esta sombra que yace flotante sobre el suelo, no podrá volver a elevarse…” 
Edgar Allan Poe

¡Nunca más!


Por Salvador Gómez Mendoza

Diego era un niño que de pequeño se escondía detrás de las macetas cuando necesitaba hablar consigo mismo, sus más grandes aventuras las vivía en la huerta de su casa en donde habitaban 3 árboles de higo, una toronja, una chirimoya, dos duraznos, muchas plantas y el esqueleto de lo que tal vez fue un gran pino. Diego era un niño flaco pero con una gran panza que se asomaba entre sus playeras rayadas que eran sus favoritas y dejaba ver sus gusto por las frituras y las bebidas gaseosas, desde muy chico le gustaba mucho observar  las aves, ya que en aquella huerta su familia criaba palomas, llegaron a contar más de 100, algunas blancas, grises, moteadas, negras, azules, algunas tornasol que brillaban con los rayos del sol. Diego las veía jugar, pelearse, aparearse, o jugaba con ellas metiendo varas dentro del palomar, se asombraba al ver como muchas palomas llegaban volando de diferentes partes de la ciudad hasta ese lugar, muchas veces hacía trampas que fabricaba con una caja de cartón, una pequeña vara y un hilo y solía esperar a que las aves se dieran cuenta del  alpiste o maíz que dejaba para que una vez en la posición deseada jalara con fuerza y estas quedaran atrapadas, su abuela alguna vez le dio de comer un guisado en salsa roja con  partes de palomas, las podía devorar muy rápido ya que los pedazos de carne eran muy pequeños, pero para las manos de Diego aquel platillo era ideal.

Le gustaba ir de viaje al cuarto de su abuela y entre las curiosidades que logró encontrar en los grandes roperos fueron unos rifles, uno de municiones y otro de diábolos, los cuales aprendió a utilizar rápidamente y su gusto por salir de cacería a la huerta comenzó a tomar forma, desde lagartijas, hasta gallinas(un secreto que ha mantenido a su abuela), e inclusive alguna ocasión estuvo a punto de darle en un ojo a uno de sus primos, pero nada le atraía más que estar al asecho de las aves, podía pasar gran parte de la tarde esperando a que llegaran a posarse entre las ramas. Ya una vez con su objetivo en la mira y con buena suerte presionaba del gatillo, escuchaba el sonido del disparo y veía caer a las aves, iba corriendo a mirar en donde había dado su tiro, movía un poco al animal y con una sonrisa se alejaba gustoso de haber acertado en su tiro.

Una ocasión en aquella huerta vio posarse una águila en una de las esquinas, esa tarde no traía su escopeta , pero en realidad le asombro ver la grandeza de aquel animal , y más  por la rareza de encontrarse aquel ejemplar dentro de la ciudad, solo la contemplo unos segundos para después ver como aquella grande ave se alejaba desplegando sus grandes alas. 

En otra tarde de tantas estaba disparando a unos pájaros que estaban arriba de un tejado, pero su mamá lo descubrió e hizo que fuera con los vecinos a pedirles permiso para recoger los cuerpos  que había matado e hizo que se las comiera, eran muy pequeñas casi del tamaño de unos gorriones, las puso en agua caliente, las desplumó, les quito las vísceras y una vez limpias su mamá se las preparo fritas en un sartén, Diego les puso un poco de salsa Valentina y limón, en realidad no fue ningún castigo para él, aunque no acostumbraba comerse a sus presas.

Pasaban los días y Diego refinaba sus técnicas como asesino de pájaros, pero no fue hasta que se mudo fuera de la ciudad, a un poblado desde donde podía ver el Volcán “Pico de Orizaba”, en este sitio el contacto con la naturaleza se amplió pues había muchos árboles, grandes extensiones de campo, barrancas, montañas. Para entonces tenía alrededor de 9 años y su puntería era muy buena, no solo con el rifle, sino ahora con las resorteras o charpes y con una nueva  arma que usaban los niños de aquel poblado a la que llaman honda con las cuales se puede lanzar una piedra con gran fuerza.

Para este entonces solía acompañar a su papá y otros hombres a las montañas a cazar ardillas y conejos, y aunque no tenía accesos a los rifles, escopetas de gran potencia, disfrutaba mucho estar en el grupo de caza, imitaba el sonido de los animales, y cuando escuchaba un disparo corría hacia el lugar para ver si había sido exitoso, su tarea dentro del grupo era cargar las presas siempre y cuando no fueran muy pesadas. En alguna de estas expediciones cuando todos corrían en busca de un conejo que habían logrado asustar, el corrió hacia el grupo y en una curva que marcaba el camino, después de pasar unos arbustos  se encontró de frente con el conejo el cual venía a toda prisa, asustado el conejo brinco y  se estrello en el estómago de Diego, sacándole el aire, al final se llevó la burla del grupo, pues el conejo siguió su camino después de aquel encuentro y Diego quedo desconcertado.  

Por las tardes después de regresar de la escuela se iba a los campos que había alrededor de su casa en busca de pájaros, había una nopalera que pertenecía a sus familiares en donde podía encontrar muchos y ahí se deleitaba matando a diestra y siniestra, era el paraíso para un asesino serial de pájaros, nadie podía verlo, nadie le decía nada, y podía ir cuando quisiera, solo una ocasión  cuando desde una pequeña pared resbaló y cayó en las pencas de un nopal que habían recién cortado, quedo lleno de púas en las nalgas y fue corriendo con su mamá para que se las quitara, pero a los pocos días ya estaba de regreso en sus sitio de matanza preferido.

Los fines de semana por las mañanas se despertaba temprano para situarse frente a la  ventana de su cuarto que estaba en una segunda planta y daba a la calle y a unos cables de luz a no menos de 3 metros. En estos cables se posaban las golondrinas que a Diego le gustaban por su manera de planear y deslizarse, pues simulaban aviones de combate, inclusive dejaba que hicieran sus nidos en las paredes de sus casa, pero no siempre las golondrinas corrían esta suerte, pues se mecían todas frente los ojos de Diego, quien algunas veces no resistía y sigilosamente sacaba su rifle y casi sin la menor duda de fallar pues la distancia era muy corta entre su mira y la golondrinas, disparaba sin remordimiento y las miraba dirigirse hacia el terreno de sus vecinos, casi nunca iba a cerciorarse de que estuvieran muertas, pues solo le gustaba observar como hacían un poco de polvo al caer.

Fue así que Diego logró matar de todas las especies de aves que vivían en aquel lugar desde petirrojos, calandrias, pico largos, golondrinas, palomas, gorriones, y un colibrí el cual guardo durante un tiempo en su cartera pues sus amigos le decían que era de buena suerte y que a lo mejor hasta encontraba novia, sin embargo había una especie la cual se convirtió en su dolor de cabeza, y se trataba de los cuervos, no había podido conseguir matar ninguno durante toda su carrera como asesino, llegó a pensar que los cuervos podían leer su mente, pues justo cuando estaba a punto de disparar estos volaban y huían.

Los cuervos le caían mal a Diego porque se comían los frutos de la huerta de su papá entre ciruelas, chabacanos, peras, aguacates, además de comerse el maíz que sembraban en los campos, y le molestaba mucho el ruido que hacían por las tardes, como si los cuervos se burlaran de las personas. Diego desarrollo varias técnicas para poder cazar a estos pájaros, pero ninguna le resultaba, una tarde llego a pasar casi 4 horas arriba de un zapote camuflajeado entre las hojas, pero lo único que consiguió fue quedar embarado de sus piernas y varios raspones en las rodillas.

                                                              Fotografía:Masahisa Fukase 

Fue una tarde mientras se bañaba que a través de la venta vio aterrizar a una cuervo en un árbol de nogal que estaba en la huerta de su papá, la distancia entre él y el cuervo era aproximadamente de unos 15 metros, fue tanta su excitación que salió corriendo mojado del baño hacia su cuarto en busca de su rifle de diábolos que siempre tenía listo, regreso corriendo a la ventana del baño, la abrió lentamente y apunto fijamente al cuervo, lo observó durante unos segundos, y se sorprendió al darse cuenta que el cuervo no se iba, no pudo resistir más y jalo del gatillo, el sonido fue muy diferente a los anteriores disparos, pues escuchó como su objetivo había dado en el cuerpo del cuervo y como salieron disparadas pequeñas plumas negras, fue un sonido seco, aquel cuervo herido solo puedo levantar el vuelo durante una pequeña distancia para caer desplomado en el terreno que estaba detrás de su casa. No lo pensó más, ni siquiera terminó su baño y se vistió como un rayo, su respiración aumento, no podía creer que después de tanto tiempo lo había conseguido.

Diego salió corriendo de su casa y rodeó la barda que lo separaba de su más grande gloria, iba buscando su trofeo entre las pequeñas milpas que  no median más de 40 cm, recorrió algunos senderos cuando de repente algo en su cuerpo lo estremeció, un gran escalofrío recorrió su cuerpo, desde sus pies hasta su cabeza una energía que lo paralizó, aquellos seres se encontraron frente a frente, pero esta vez todo era diferente, el cuervo todavía seguía con vida, y miraba fijamente a Diego, era una mirada con la que nunca antes se había encontrado, una mirada que lo controlaba, una mirada que le atravesaba los huesos, una mirada fría que no tenía fin, parecía que el cuervo hubiese postergado su agonía  esperado a que llegara Diego para decirle: ¡Nunca más! ¡Nunca más! ¡Nunca más!

A partir de ese día Diego no ha vuelto a matar a ninguna pájaro, le gusta ir las montañas o al campo para ver las figuras que hacen las aves al volar, le gusta ver a las aves posarse entre las ramas o en los cables de luz, pero hay algo que Diego sabe y es que el día que vuelva a encontrarse con aquella mirada, serán los últimos ojos que vuelva a ver, su último instante  y será absorbido a otro lugar, fuera de este mundo.

                                                          Fotografía:Masahisa Fukase 

Por Salvador Gómez 
El autor es dueño del blog






martes, 11 de junio de 2013

El hombre que comía estrellas



           Cuenta la leyenda que durante muchos años antes de que los hombres supieran manipular el fuego y de la creación de inventos que alumbraran el mundo, las noches en el planeta Tierra eran muy oscuras, tanto  que toda actividad quedaba paralizada, los hombres de aquella época solo contaban con un astro en el cielo actualmente nuestro sol, que les brindaba calor y luz por determinado tiempo. 

Fue cuando un hombre sin  saberlo cambio la historia. 

Se trataba de un hombre de 40 años aproximadamente, antiguo líder de su grupo, que quedó dañado de su ojos tras haber estado a escasos metros de la caída de un rayo, cualquier exposición a la luz lo cegaba e inmovilizaba, por lo tanto tenía que esperar a que el sol se ocultara para poder salir de su refugio, buscar alimentos y cazar animales, lo cual era una tarea muy extremadamente difícil en plena oscuridad. En Aquel tiempo las personas eran nómadas y tenían que estar cambiando constantemente de lugar, el grupo al que pertenecía este  hombre  se estaba cansando de hacer tareas extras para ayudarlo, pues el no les podía ayudar en  los trabajos que durante el día se realizaban, fue una tarde soleada cuando el grupo decidió abandonarlo, ni las mujeres con las que había estado, ni sus descendientes directos se despidieron de él. 

 Ese día por la noche salió a buscar a su grupo   fuera   de la cueva en la que se refugiaban, les gritaba pero no recibía ninguna respuesta. Dejó pasar 5 días esperando el regreso de los suyos, pero no había señales de ellos, por la noche intentaba explorar el territorio pero no podía arriesgarse a explorar más de lo poco que conocía por que si la luz del día lo sorprendía quedaría expuesto al excesivo calor y quedaría totalmente a ciegas, por lo que decidió regresar a su cueva con la esperanza de su grupo lo encontrara en el lugar que lo habían dejado.

 Los recursos empezaron a escasear y después de 3 semanas, la falta de agua y alimentos lo debilitaron de tal manera que ya no tenía fuerzas para salir a caminar, una de aquellas noches cayó sobre en un montículo de piedras que al parecer terminarían como su lecho de muerte, aquel hombre estaba desesperado por un bocado que aliviara su agonía, fue cuando tomo una pequeña piedra  y se la metió a la boca, comenzó a morderla con tal desesperación que la trituro y fue a dar a su estomago, fueron muchas las piedras que comió a tal grado de romperse varios dientes,  finalizo hasta que sintió el estomago lleno, después de unos minutos el sueño lo alcanzo.

No paso mucho tiempo cuando un inmenso dolor lo despertó súbitamente, sentía que su estomago iba a explotar, comenzó a tocarlo y sentía como el volumen de este iba aumentando, sabía que tenía que hacer algo ante el terrible dolor que experimentaba, fue así que con sus propias uñas comenzó a rasgarse la piel de su estomago con el objetivo de sacarse aquello que seguía creciendo, logro hacer una abertura de tal dimensión que por fin pudo comenzar a sacar poco a poco aquello que le infringía el dolor, una haz de luz salió de su estomago y comenzó a iluminar el interior de aquella cueva, cual fue la sorpresa del hombre al ver que aquella luz no le provocaba ningún daño a sus ojos y que podía soportarla, al fin salió el objeto de su estomago, era una esfera luminosa blanca que comenzó a flotar dentro de la cueva, su dolor había desaparecido y de forma mágica su herida comenzó a cerrar.

Al pasar de las horas el hombre comenzó a sentirse mejor , no podía levantarse, pero su fuerza iba en aumento, pasaron varios días y aquella esfera seguía flotando en aquella cueva como si  estuviera cuidándolo, fue así que una noche logro incorporarse, miro su abdomen y solo encontró una pequeña cicatriz.  Esa misma noche aquella esfera luminosa se movió, el hombre inmediatamente la siguió, ya en la salida de la cueva, la esfera comenzó a elevarse  y hacerse más grande hasta que de repente alumbro una gran extensión de la tierra, el hombre no podía creerlo, después de tanto tiempo volvía a ver aquel lugar donde tantas veces camino por el día.



 Aquel hombre ahora entusiasmado, comenzó a viajar todas  las noches en busca de su familia, ya no tomaba agua ni comía alimentos, su único sustento  eran piedras que iba recogiendo, las comenzaba a comer sabiendo el  inmenso dolor que le traerían las esferas luminosas al salir de su estomago,  pero él quería que la noche estuviera mas iluminada para hallar a los suyos, así fue durante mucho tiempo, hasta que la tristeza lo venció por no encontrar a nadie y dejo de comer piedras, a los pocos días murió. 
Se dice que fueron tantas piedras las que comió que gracias a este hombre, las noches dejaron de ser oscuras y ahora vivimos iluminados por estrellas.

"Encaminarse a una estrella, sólo eso." (Martín Heidegger).



Dedicado a mi primo José J. Pérez Mendoza. que fue operado de una “piedra en el riñón” esperando que esta  suba a los cielos para iluminar el cielo, ayudando a todos aquellos que siguen buscando tener a su familia a un lado.

Por Salvador Gómez

El autor es el dueño del blog